CORRUPCIÓN Y CAPITALISMO
31.01.2013
Se
ha abierto la tapa de la alcantarilla y no deja de salir mierda. Las
corruptelas surgen por doquier. Alcaldes y concejales de todas las
latitudes del Estado se muestran muy aficionados a recibir comisiones
por hacer la vista gorda para que las constructoras sigan especulando y
construyendo a mansalva en terrenos urbanizables o no. Es una auténtica
epidemia. Como se suele decir, no se salva ni el tato. Aquí el que no
pilla es porque no quiere. Hasta la Pantoja está metida en el ajo.
¿Pero a alguien le podía extrañar todo
esto que está ocurriendo? El capitalismo es corrupción. Ni más ni menos.
La corrupción no es una anomalía ni una disfunción del sistema. Es su
misma esencia. El capitalismo se erige sobre la corrupción. Su máxima es
todo se compra y todo se vende. Y en un sistema donde todo gira en
torno a esta lógica, la podredumbre no puede sino extenderse y abarcarlo
todo.
Y, efectivamente, lo abarca todo. Las
corruptelas de los alcaldes y concejales son sólo la punta de un enorme
iceberg. Éstos, parafraseando el título de una película de Woody Allen,
son sólo unos granujas de medio pelo. Lo más bajo dentro de la escala
social de los delincuentes. Son, además, la coartada tras la que se
están ocultando las grandes, gigantescas corrupciones en las que se
mueven, no unos pocos millones de euros, sino cientos y cientos de
millones de euros.
En todos estos escándalos que están
saliendo a la luz sólo se habla de pequeñas o medianas inmobiliarias o
constructoras, de alcalduchos y concejalillos del tres al cuarto, de
nuevos ricos horteras y casposos como Roca y otros. Pero de las
corrupciones de las grandes empresas y los grandes bancos, de los
multimillonarios como Botín y compañía, de los políticos de postín no se
oye ni una palabra.
Los grandes trapicheos quedan en la
sombra. Este tipo de basura se esconde bajo la alfombra. No pueden salir
a la luz. De otro modo, se vería hasta qué punto el capitalismo
español, al igual que el resto de capitalismos, es un enorme montón de
mierda, una fosa séptica a rebosar.
No se habla de cómo los consejos de
delegados del BSCH o el BBVA roban a sus propios accionistas,
ocultándoles beneficios que se embolsan en sus nunca suficientemente
repletos bolsillos; de cómo evaden impuestos por medio de eso que llaman
ingeniería financiera, en la que son unos auténticos expertos; de cómo
blanquean dinero procedente del narcotráfico… El mismo narcotráfico es
otro negocio capitalista, como las finanzas, la construcción, el
turismo, etc. Se diferencia en que está declarado ilegal. Pero, en el
capitalismo, lo legal y lo ilegal se confunden, sus fronteras no son
nítidas. Lo importante es hacer negocio, ganar dinero. El modo en que
eso se haga es una cuestión accesoria. Si para obtener beneficios hay
que envenenar a la gente, sobornar, delinquir, dar golpes de Estado,
asesinar, provocar guerras, bombardear civiles… se hace. El negocio lo
es todo. Todo empieza y termina en el negocio. Fuera de él no hay nada.
Esto, y no otra cosa, es el capitalismo.
No se habla tampoco de los enormes
pelotazos urbanísticos y especulativos de constructoras e inmobiliarias
como Dragados, ACS, Sacyr, Metrovacesa… De esto nada se oye. ¿Acaso
alguien piensa que estas empresas han llegado a convertirse en lo que
son sin robar, sin hacer todo tipo de trampas, sin sobornar? Eso no
sucede en el mundo capitalista. El mundo capitalista es el mundo del
hampa. Entre un gran banco o una gran constructora y la mafia napolitana
existen muchas menos diferencias de las que se piensan; sus
diferencias, de hecho, son apenas de matiz.
También permanece en las tinieblas cómo
el señor Polanco, es decir, el grupo PRISA ha llegado a levantar un
monopolio mediático tan inmenso como el que tiene hoy, que abarca
periódicos, varias televisiones, radios, editoriales… El grupo PRISA se
ha convertido en lo que es gracias a su sucursal política, que no es
otra que el PSOE, el cual, con González y ahora con Zapatero, no ha
hecho más que abrirle camino para su expansión, suavizando o
reinterpretando determinadas leyes, otorgándole licencias de todo tipo,
etc.
Podríamos hablar igualmente de los
trapicheos de Repsol en Latinoamérica, que se ha dejado un buen dinero
en sobornos de funcionarios para seguir robando a manos llenas los
recursos naturales de los empobrecidos países de la zona, para no pagar
impuestos…
En fin, que no se salva ni dios. Todos están metidos hasta las cejas en la misma charca de lodo.
Y si hay que hablar de corrupción, por
qué no hablar de cómo el Estado no es sino el servidor fiel, la
prostituta de la oligarquía financiera, el instrumento del que se vale
para mantener en pie su chiringuito, que tan formidables beneficios le
reporta.
Todo el Estado está a su servicio. Ni
una sola de sus instituciones se salva. El parlamento es una farsa, una
gran mentira. Allí no reside ni ha residido nunca la llamada voluntad
popular, que, entre otras cosas, no puede expresarse en un país donde
los únicos partidos y proyectos políticos que están permitidos son
aquellos que comulgan con el sistema. Los partidos parlamentarios, de izquierda
o de derecha, representan siempre a uno u otro sector oligárquico o
burgués; no al pueblo. El parlamento no tiene otra función que gestionar
los intereses capitalistas. Promueve reformas laborales cada vez más
restrictivas para con los derechos de los trabajadores, sus planes
económicos no tienen otro objetivo que mantener o aumentar los márgenes
de beneficio de la patronal; aprueba leyes para la represión del
movimiento obrero y popular, como la Ley de Partidos, con la que se
proscribe y criminaliza, aún más de lo que ya estaba proscrita y
criminalizada, toda ideología, toda organización política que se salga
de los estrechos márgenes del pensamiento único, del fascismo constitucional que heredamos directamente del Caudillo… La Justicia,
con la inquisitorial Audiencia Nacional a la cabeza, y la policía no
son otra cosa que el brazo armado del capitalismo, sus perros de presa,
dispuestos a lanzarse sobre cualquiera que se oponga a este régimen de
explotación y opresión. No están para proteger al ciudadano, como
pretenden hacernos creer constantemente.
Sí, todo está corrompido, podrido, viciado. Todo hiede. Hay que acabar con la corrupción. Hay que acabar con el capitalismo.
http://movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario