SOBRE DESAHUCIOS Y DACIÓN DE PAGO. CUANDO LA SOLUCIÓN ES PARTE DEL CRIMEN
22.11.2012

Ana Escauriaza
Los desahucios se han convertido en una
de las consecuencias más visibles y vergonzosas de la crisis. Las
imágenes de familias llorando mientras son arrastradas por la policía
son habituales en todos los medios de comunicación. Por si esto fuera
poco hay que añadir el número cada vez más grande de personas que se
suicidan al ver que lo pierden todo. No obstante, aunque parece un
fenómeno novedoso, la realidad es, como casi siempre, mucho más antigua.
Los medios de comunicación se han centrado en un problema que existe
desde hace tiempo. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) anunció
este 16 de noviembre que desde 2008 hasta la fecha se habían ejecutado
en España 400.000 desahucios. El Ministerio de Economía, intentando
lavar su imagen, especificó que esa cifra es exagerada e incluye
desahucios de segundas viviendas, tiendas o naves industriales. Sin
embargo quién puede negar que perder la tiendecita del barrio o el
pequeño taller no es un ejemplo más de la pauperización de los sectores
populares.
¿A qué se van a dedicar el tendero que
ha trabajado toda la vida en su panadería, o el carpintero en su
pequeño taller de ebanistería, al perder sus locales? No les han echado
de sus casas pero les han quitado el sustento, perder el hogar es el
siguiente paso.
Vayamos a las causas de los desahucios.
La burguesía, representada como ya sabemos por PP y PSOE, ha decidido
“poner fin” a los desahucios. Sin embargo, el problema no es que una
persona no pueda pagar su hipoteca; sino por qué esa persona no puede
pagar la hipoteca. Es decir, el problema es la crisis capitalista y, en
última instancia, el capitalismo mismo. Poner pequeños parches a los
desahucios sin ahondar en el problema, sin solucionar problemas mucho
más graves, como los casi 6 millones de parados, el 52% de jóvenes sin
trabajo, o la una de cada cuatro personas en el Estado español por
debajo del umbral de la pobreza, es volver a despresurizar la olla un
poco para evitar que explote.
Ahora, cínicamente, la burguesía se
echa las manos a la cabeza, pero en 2009, por una modificación de la
Ley de Arrendamientos Urbanos y la Ley de Enjuiciamiento Civil se
aprobaron los Desahucios Express, endurecidos en 2011 con la aprobación
de una ley bautizada con ese mismo nombre, la Ley de los Desahucios
Express. En palabras del Gobierno, las modificaciones de leyes
existentes querían paliar los efectos de la particular crisis que
estaba sufriendo el mercado del suelo y la vivienda. Según la
burguesía: si se agilizaban los procesos para un desahucio los
propietarios de las viviendas tendrían más confianza en el mercado (no
olvidemos que para la burguesía toda la crisis es una consecuencia de
la falta de confianza de los mercados) y pondrían sus viviendas en
alquiler / compra. Para la burguesía el problema es el siguiente: los
alquilados / hipotecados no pagan las obligaciones contraídas porque no
quieren, la ley es demasiado blanda y permite a estas personas vivir
”de gratis” en una vivienda que no es suya; la inmobiliaria /
constructora / burgués de turno tiene miedo a perder su vivienda y no
recibir el pago ”justo” por cederla para el uso que sea; si se endurece
la ley los inquilinos tendrán que pagar, la morosidad bajará, los
burgueses pondrán en alquiler / venta todas las viviendas que tienen y
el mercado volverá a la normalidad. A nadie se le ocurrió que las
familias dejaban de pagar no porque no quisieran, sino porque no
podían. A nadie se le ocurrió que endurecer unas normas ya de por sí
duras e injustas iba a agravar el problema; al agilizar y endurecer los
plazos y requisitos metían en el grupo de futuros desahuciados a
familias que, estando en una situación difícil, con pequeñas
flexibilidades que se le diesen, podrían haber sacado la situación
adelante. No vamos a analizar en profundidad los cambios que se
produjeron en la legislación con las modificaciones de 2009, pero, en
esencia y como decimos, se facilitaron enormemente los desahucios.
Evidentemente, el número de impagos se elevó como la espuma y los jueces
no daban a basto. Fue entonces cuando la burguesía, en otro momento de
lucidez, decidió aprobar la ley de 2011, permitiendo que los
desahucios los llevará a cabo el Secretario Judicial, para agilizar los
mismos. De nuevo más desahucios y de nuevo más problemas.
Y llegamos al 2012, el Gobierno aprueba
este noviembre un Decreto-Ley para paliar los efectos de los
desahucios. La norma aplica la misma lógica usada en otras esferas:
aumentar las tasas de los estudios para disminuir el número de alumnos y
evitar la saturación de aulas; poner trabas y pagos en el uso de
servicios sanitarios para, posteriormente, poder eliminar hospitales…
Pero es que además, el Decreto-Ley no pone ni siquiera un buen parche a
los desahucios. En primer lugar hay que señalar lo abstracto del grupo
o grupos que podrán beneficiarse de esta normativa y podrán evitar el
desahucio. La cuestión fundamental, ”que los cuatro años anteriores al
momento de la solicitud, la unidad familiar haya sufrido una alteración
significativa de sus circunstancias económicas, en términos de
esfuerzo de acceso a la vivienda” es tremendamente subjetiva y da pie a
la arbitrariedad. ¿Qué es una alteración significativa de sus
circunstancias económicas? ¿Dónde se pone la barrera de qué es una
alteración significativa y qué no lo es?
En segundo lugar, el desahucio se
suspende hasta pasados dos años. ¿Y pasado este tiempo qué? De nuevo nos
encontramos con el discurso ya mencionado: esta crisis es una
situación coyuntural, en cuanto los mercados recuperen la confianza
todo volverá a la ”normalidad”. ¿Quién puede creerlo? Así pues, este
Decreto-Ley es simplemente ese parche ya zurcido hasta la saciedad:
trasladar el problema al futuro, esperando a que las aguas estén más
calmadas, para entonces de nuevo ejecutar la injusticia.
Por último, señalar que el Decreto-Ley
no es aplicable a todas las situaciones, el propio texto legal
especifica una serie de requisitos que tienen que darse para evitar el
desahucio. No se intenta impedir los desahucios, simplemente retrasar
aquellos más sangrantes para evitar la respuesta social. Los desahucios
son consecuencia fundamental de una crisis que está hundiendo en la
miseria a la mayoría de la población mientras unos pocos siguen llenando
cuentas en el banco.
Vayamos ahora sobre la dación en pago.
En España, esta fórmula está defendida por diferentes plataformas y
colectivos centrados en el tema de los desahucios; entre los que
destacan la PAH (Plataforma de Apoyo a los Hipotecados) cuya creación
data del año 2009. La PAH, además de brindar asistencia jurídica y
psicológica y de movilizar al barrio y otros colectivos ante los
desahucios, recoge firmas para la aprobación de una nueva ley sobre la
vivienda que incluya la dación en pago.
Pero, ¿qué es la dación en pago? La
dación en pago es un mecanismo que propone que, ante la imposibilidad de
pagar una vivienda, el sujeto la da al banco y la deuda desaparece.
Debemos recordar que en la actualidad, en el Estado español, si una
familia no paga la hipoteca, no sólo es sacada de su vivienda y ésta
pasa a ser propiedad del banco, sino que además tiene que saldar la
deuda. La dación en pago, no obstante, sigue siendo una solución
injusta. Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor. Ahora mismo yo voy a
firmar una hipoteca al banco por valor de 100.000€. Recordemos que yo
no voy a pagar sólo 100.000€, que pagaré 100.000€ más los intereses,
que fijaremos aquí en 25.000€. Digamos que yo he pagado, a lo largo de
varios años, 110.000€ de mi deuda. Es decir, he pagado el importe total
del préstamo que pedí más 10.000€ que he regalado al banco en importe
de intereses. Sólo me quedan por pagar 15.000€ pero mi situación
económica se tuerce y no puedo hacer frente al pago. La dación en pago
me haría entregar mi casa –por valor de 100.000€– al banco para saldar
la deuda. ¿Qué sentido tiene que yo dé al banco un inmueble por valor
de 100.000€ para pagar una deuda casi 10 veces menor? Pero no es solo
eso, pues perder la vivienda agudiza mi problema fundamental: que no
tengo dinero. Sin casa tendré o que volver con mis padres o cualquier
familiar o amigo o bien vivir en la calle. Esta situación desde luego
no es la que ofrece las mejores condiciones para que pueda volver a una
situación económica siquiera de supervivencia.
Tampoco podemos pensar en la dación en
pago como la más revolucionaria de las soluciones posibles al problema
de la vivienda. Aunque en nuestro Estado la dación en pago está en boca
de colectivos y plataformas sociales, la realidad es que la propia
Unión Europea se ha pronunciado sobre el asunto. Un organismo
internacional nada sospechoso de querer la igualdad social como es la
UE ha dictado una Directiva al respecto; la Abogada General del
Tribunal de Justicia Europeo, Juliane Kokott, está siendo la voz de la
UE sobre la dación en pago en España. Aunque la Directiva en sí no
habla de la dación en pago, presupone que debe existir ésta u otra
serie de medidas que impidan los abusos de los bancos en situaciones de
hipotecas y alquileres. Si la Unión Europea, organización del gran
capital europeo, que sólo quiere recuperar el dinero invertido en
países como Grecia o España a base de saquear y sangrar al pueblo; un
organismo al que no le importa acabar con la sanidad, educación,
prestaciones sociales y, en general, cualquier derecho de la clase
obrera, presiona al Estado español para modificar la legislación
referente a la vivienda, podemos concluir que la dación en pago no va a
solucionar nada.
Hemos analizado el problema de los
desahucios y sus causas, hemos visto también como la burguesía ha ido
endureciendo la ley para garantizarse el cobro de las hipotecas y
alquileres pese a que ello conlleva el empobrecimiento brutal de los
trabajadores y hemos visto cómo la dación en pago no es una solución
viable. Nos queda ofrecer pues una solución a todo este problema.
Mientras exista un sistema cuya finalidad principal sea explotar a una
gran mayoría para que una minoría viva entre lujos, mientras los
Estados respondan a los intereses de estos explotadores y no les
importe usar todos los mecanismos que tienen –desde los aparatos
judiciales a los policiales– para garantizar el bienestar de los
empresarios y banqueros, mientras todo ello suceda, cualquier solución
que se presente sin romper con el marco del sistema será inútil. El
sistema no da para más y quienes se benefician de ello lo saben. Por eso
han empezado a meter sus garras en los sectores públicos, quieren
convertir en empresas los hospitales, los colegios, las universidades,
para obtener de ahí nuevos beneficios, porque saben que los sectores ya
controlados no tienen más margen. También quieren reducir costes de
donde sea, tanto del Estado como de su propia empresa, esto significa
peores salarios, desaparición de servicios básicos, más empobrecimiento.
La vivienda es uno de los eslabones de esta cadena que los
trabajadores y trabajadoras llevamos cogida a los pies. Lejos de
quitárnosla, día tras día, mes tras mes y año tras año, los burgueses
colocan más peso y más eslabones sobre ella. Cuando ven que no podemos
más, quitan algo de peso para aliviarnos y nosotros nos sentimos
ligeramente más livianos; pero caminar con cadenas, sean del peso que
sean, cansa y cuesta. Mientras no rompamos las cadenas nunca dejaremos
de cargar con el peso que supone dar de comer a una minoría que, sin
nosotros, no sobreviviría. O ellos, o nosotros. O dejamos que nos sigan
explotando, que nos nieguen hasta lo más básico –el techo, el pan– o
rompemos las cadenas.
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