EL SEPULTURERO DE SI MISMO
Julio García Brun
Es difícil ser el propio enterrador pero se ve que con empeño y tesón hasta eso puede conseguirse.
Cayo lara, ahora, reniega del SAT y de
sus jornaleros y declara que España es un Estado de Derecho y que hay
que aplicar la Ley, lo que supone, como poco, procesar a esos jornaleros
que confiscaron bolsas de garbanzos en unos tugurios donde las cajeras
vivirían con más derechos y más seguridad si estuvieran sometidas al
régimen de esclavitud romano, lo cual, entiéndase bien, es literalmente
cierto pues la leyes de Roma fueron, a lo largo de los siglos,
estableciendo un aparato de protección para el siervo frente a su amo
que esas cajeras, hoy en día, no pueden ni soñar.
Cayo lara debería preguntar antes de
opinar sobre Derecho. La acción del SAT no pasa, en el peor de los
casos de una falta de hurto pese al repugnante intento de basar los
requisitos de “intimidación y violencia”, necesarios para la presencia
del delito de robo, en un ligero empujón a una cajera demasiado celosa
de los intereses de quien exprime su vida.
El que hable de delito en este asunto
miente con todos sus dientes y eso sin mencionar el principio de
equidad que como todos los principios generales del Derecho, también es
parte del Ordenamiento jurídico vigente. Por tanto, que Cayo Lara
tenga cuidado cuando dice que se aplique la ley a unos jornaleros que
deberían ser los suyos, aunque se ve que no, que no es así.
Pero es que, además, la obligación de
Cayo Lara y de IU no es la de ser neutral y ecuánime en cuanto a la
aplicación del Derecho y menos del Derecho penal. Si fuera verdad que IU
es una organización que tiene el propósito y el cometido de
transformar la sociedad, el cuestionamiento, teórico y de hecho, de la
legislación que se aplica, que no creo que haga falta repetirlo, no es
neutral, iría de suyo.
Sin embargo, no, no va de suyo y este hombre en lugar de gritar alto
y claro en el Foro contra el cinismo, la hipocresía y la mala baba de
quines criminalizan al SAT, lo que dice es que se aplique la Ley a los
jornaleros… Hombre, proporcionalmente, claro.
¡Qué tristeza! Qué tristeza me da y qué tristeza me dan. ¡Maldita sea mi pena negra!.
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