lunes, 9 de julio de 2012

LA MENTIRA COMO NORMA

"La mentira es la que manda, la que causa sensación. La verdad es aburrida. Puta frustración.” – Eskorbuto
La mentira como norma. Cuatro palabras sirven para realizar un retrato de la actual situación política. Una descripción sencilla, pero no por ello carente de verdad. Porque hemos llegado a un punto donde parece que el único requisito para trepar dentro de la casta política de este país es saber aguantar la risa y el tipo durante una rueda de prensa.
Día tras días escuchamos mentiras. Mentiras descaradas. Mentiras intercaladas con discursos vacíos llenos de frases hechas. Mentiras que contradicen las mentiras del día anterior. Mentiras que nos hacen sentir estúpidos/as. Mentiras que como decía un ministro nazi acaban convirtiéndose en verdad tras machacarnos con ellas un día sí y otro también.
El mismo esquema parece que se repite mes tras mes. Aparece una “filtración” en los medios de comunicación: “El gobierno va a aprobar tal medida (llámese subida del IVA, reforma laboral, recortes presupuestarios, etc.)”. Este anuncio genera cierta inquietud social que los/as portavoces correspondientes tratan de paliar negando con rotundidad la veracidad de esa información, pero a su vez, se escuchan voces contradictorias dentro de sus propias filas, o en alguna comisión de burócratas europeos/as, que acrecientan la confusión. Tras el revuelo inicial, y tras unos días de especulaciones y diatribas de tertulianos/as, una mañana nos despertamos escuchando en la radio que el gobierno no ha tenido más remedio que hacerlo y que no hay marcha atrás. Por nuestro bien, por el bien de todas/os. Pero no sólo eso, sino que son capaces de encontrar las palabras adecuadas para negar lo evidente. “Que no hemos hecho esto, hemos hecho lo otro, que aunque sea igual, no lo es. La culpa es vuestra que no sabéis captar la diferencia”. De esta forma, no hay recortes, hay reajustes presupuestarios. No hay subidas de impuestos, hay “recargos temporales de solidaridad”. No hay un rescate, hay un “crédito blando”, un “chollo”. Cinismo puro y duro. Mentiras escupidas por hombres de traje y corbata rodeados de flashes.
¿Y por qué? Algunos/as considerarán que hablar de clases está anticuado, que evoca a otros tiempos. Pero nosotras/os, esto, lo tenemos claro. No podremos definir claramente los límites de cada una de ellas, puesto que la realidad social ha sufrido grandes transformaciones en los últimos años, volviéndose mucho más compleja. Pero siguen existiendo diferentes sujetos sociales con intereses contrapuestos. ¿Quién puede pensar que compartimos algo con esa piara de banqueros/as, empresarios/as, políticos/as, etc.? ¿A cuántos de ellos/as les vemos en nuestros barrios, en el metro, en nuestros curros o en la cola del paro? En el momento que existen diferentes sectores con realidades e intereses distintos, existen las clases sociales. Y esta diferencia de intereses inevitablemente genera conflictos. Conflictos que dependiendo de su magnitud pueden o no hacer tambalear el actual estado de las cosas.
Y aquí entra en juego la mentira.
Porque, ¿qué pasaría si un día el presidente, en un arrebato de sinceridad, declarara: “hemos tomado esta medida para paliar los efectos de la crisis entre nuestros/as compañeros/as empresarios/as”? ¿O “la burguesía está viviendo tiempos difíciles y es necesario que vosotras/os, las/os trabajadoras/es, os apretéis el cinturón para que no perdamos nuestro tren de vida”? Pues como ya dijo una muchacha, “la lía parda”.
Por ello la mentira, la manipulación, la falsificación, son imprescindibles para conseguir que entre la población calen diferentes mensajes. De esta crisis sólo salimos todos/as juntos/as. Es necesario que todos/as hagamos un esfuerzo. Todos/as vamos en el mismo barco. Esta medida la hemos aprobado por el bien común. Y una mierda. Lo que es bueno para ellos/as, es bueno para ellos/as, no para nosotros/as. No nos confundamos. La mentira es una herramienta para tratar de crear un imaginario colectivo propicio para sus objetivos. Y de momento, les está funcionando a la perfección.
Por eso, ha llegado el momento de realizar un esfuerzo para desenmascarar todas estas mentiras, un esfuerzo por gritar a los cuatro vientos cómo son las cosas. Recurramos al estudio y análisis de lo que nos rodea, a la reflexión colectiva e individual, y a la difusión de nuestras conclusiones y propuestas. Porque tenemos que romper el cerco mediático impuesto por unos medios de comunicación cómplices con la realidad presente y con sus gestores.

OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA 

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